Salieron del Odiñas dando tumbos, hacía tiempo que
habían dejado de comer tapas y el astuto camarero les rellenaba los vasos sin
que ellas lo pidieran. Tres botellas de Riveiro, más los previos botellines y
los posteriores chupitos de licor café, como buen bar gallego. ¡Te has
llevado la botella y no estaba acabada! Juan enseñó una botella vacía que
estaba al lado del fregadero. Sí vale.. ¡Eh! Nos ha quitado dos botellas que
no estaban todavía vacías, me estoy cabreando. Desde el otro lado de la
barra Juan no quería que el espectáculo acabase y sacó los vasos de chupito
antes de empezar a recoger para cerrar. A las chicas se les olvidó rápido el
vino blanco cuando vieron el oscuro líquido saliendo de la botella.
Dejaron atrás Galicia y se dirigieron al parquecito del
barrio de siempre. Se hicieron un porro para bajar el globo que las
desequilibraba en las arenas movedizas bajo el columpio. Una de ellas potó sin
moverse del banco mientras las otras dos se reían del pedo que llevaba. La
vomitera actuó como in passe y empezaron a pensar dónde continuar la fiesta.
Una de ellas abandonaba aprovechando la inflexión, así que quedaban la potadora
y su mejor amiga con las ganas por las nubes.
Decidieron comprar unas latas en la gasolinera de
camino a una discoteca latina que abría los martes. Callejeando por las
estrechas aceras llenas de curvas y cuestas, o eso parecía, surgió a lo lejos
una señora con una maleta que las hacía señas para que se detuvieran. La mujer
tenía la piel tostada, ojos claros y el pelo muy oscuro que le caía por los
hombros en perfectas ondas.
Tendría alrededor de cuarenta años y vestía con una
falda de tubo bajo una gabardina roja que adivinaba su esbelta figura. Chicas,
¿sabéis dónde puedo encontrar un hotel? Me ha echado mi marido de casa. Tengo
dinero. Nuestras amigas estaban tan sorprendidas y borrachas que pasaban
del hotel y querían más detalles. Hemos discutido y me ha dicho que me
largara, llevamos poco viviendo en esta zona así que no sé de ningún lugar y no
ha pasado un taxi en horas. No quiero caminar mucho de noche, me da miedo.
Como no sabían de ningún hotel, le sugirieron a la mujer ir con ellas hacia la
zona del garito y preguntar por allí. Cuando llegaron le insistieron en que se
tomase una copa con ellas. Estoy muy cansada y tengo frío, por favor,
acompañadme al hotel, no quiero ir sola. Las chicas accedieron sin mucha
vacilación, era todo tan extraño que había que continuar.
Encontraron el hostal que les había indicado la
camarera del Tropical Club y acompañaron a la mujer hasta la recepción. Había
habitaciones. Subid conmigo chicas, tomaremos una copa. Una de ellas se
estaba empezando a aburrir, esa mujer estaba chiflada y todo era demasiado
raro. Había sacado un fajo de billetes y no entendía por qué estaba ese hostal
de chichinabo. Pero la otra se moría de intriga por aquella extraña y atractiva
señora y la idea de seguir bebiendo le pareció la invitación a la pista de
baile. Se sentaron las tres en la cama y abrieron una botella que les había
vendido la de recepción.
Soy la directora
de una de las clínicas estéticas de mi marido, tomad mi tarjeta. Hacemos
aumentos de pecho a muchas famosas. Yo, sin embargo, nunca me he operado las
tetas. Tengo unas tetas preciosas. Mirad.
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