28/1/13

Uñas II, por Sergio Escribano



   Después de lo del bar volví a verle en un sueño. Estaba en la repisa de la barandilla de una azotea, hablando para la ciudad desde lo alto, aunque sólo estuviera yo para escucharle que los perros de la calle serán su ejército y todo cuanto cubran las estrellas será su casa. -Estoy viendo el futuro -, me dijo. Yo seguí mirando en silencio como quien está leyendo la paja de un libro, y sentí que se desilusionaba. No volví acordarme del sueño hasta unos días después, que vi un perro atropellado y me llamó al móvil. Me preguntó por marihuana y quedamos en la puerta del Metro.
   
   Antes de hacerse el porro empezó a hablar: -Es muy bonito ver las cosas deshacerse en silencio, pulverizarse, desaparecer -. Mientras desmenuzaba el cogollo con los dedos. -Me ha escrito una amiga de Lisboa, vamos a trabajar en el puerto un par de semanas -. No dije nada, estaba embobado con su manufactura. -¿Te quieres venir?- -¡No!, le contesté, -pero iré de todos modos-. Cuando nos terminamos el porro ya habíamos llegado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario