31/10/12
30/10/12
Venganza vegana, por Teknorrata
Cojo la tabla de madera; un cuchillo que corte bien.
Golpe seco. Adiós a la cabeza. Sangre.
Pero no me da asco.
Golpe seco. Se ve la espina dorsal. Más sangre.
Pero no me da asco.
Ahora corto con cuidado y en horizontal, saco filetes;
empiezo a tirar de las costillas, haré costillas a la barbacoa.
A la Vane le encantan.
Oigo que se abre la puerta, es la Vane.
- "Cariño, ¿y el bebé?".
Golpe seco. Adiós a la cabeza. Sangre.
Pero no me da asco.
Golpe seco. Se ve la espina dorsal. Más sangre.
Pero no me da asco.
Ahora corto con cuidado y en horizontal, saco filetes;
empiezo a tirar de las costillas, haré costillas a la barbacoa.
A la Vane le encantan.
Oigo que se abre la puerta, es la Vane.
- "Cariño, ¿y el bebé?".
26/10/12
El viejo duro, por la Cierva
-Hola
papaíto.
-Hola
chiquilla.
-Qué
pronto has llegado hoy a casa...
-Sí. No
había trabajo en la fábrica y nos han soltado a unos cuantos a la hora de
comer.
-Esta
semana te han dado muchas tardes libres, estarás contento ¿verdad?
-Sí,
chiquilla... muy contento. Anda, tráele algo de beber a tu viejo.
-No
queda whisky, papaíto, mamá se ha terminado la última botella esta tarde.
-¡Esa
zorra! ¡Cuántas veces le habré dicho que no toque el jodido whisky! ¡El whisky
es para putos hombres, joder!
-Eso es
lo que yo le decía, papaíto, pero no paraba de llorar y decía que no encontraba
sus pastillas y que le dolía mucho la cabeza. Le dije que te ibas a enfadar
mucho y mamá contestó que eres un puto bastardo... Lleva durmiendo desde
entonces y no he encontrado su monedero para comprarte otra botella. Lo siento
papaíto...
-¿Que
lo sientes? ¡No eres más que una zorra como tu madre! ¡Consíguele a tu viejo
algo de beber o me quito el cinturón ahora mismo!
-Pero
papá...
-¡Ven
aquí!
-No,
por favor, papaíto... No te quites el cinturón, yo no he sido... Se lo he dicho
a mamá, te lo prometo. ¡Le he suplicado que no se la bebiera! Pero aún queda
vino, papaíto. Te traigo el vino, pero por favor, no te quites el cinturón...
-Cierra
la boca y tráeme el puto vino. Malditas hijas de puta... Se mata uno a trabajar
para que se lo paguen así. ¿Qué cojones tengo que hacer para que se me respete
en esta puta casa?
-Ten
papá...
-Muy
bien hija... Ahora ven aquí. Siéntate con tu papaíto... Eso es... Cada día
estás más grande y más bonita. Pronto serás una mujercita hecha y derecha, ¿eh?
Y todos los hombres te querrán. Pero tú sabes que sólo puedes querer a tu
papaíto, ¿verdad chiquilla?
-Sí,
papá...
-Muy
bien, así me gusta. Sólo a tu papaíto. No como la guarra de tu madre. Cuando la
conocí, se dedicaba a calentar las pollas de todos los clientes del bar. A mí
me dejó la copa en la mesa mientras me abría la bragueta. Yo le solté tal
bofetón que le abrí el labio, pero aprendió la lección... Esa zorra se llevó lo
que se merecía y ella lo sabía. Yo soy un hombre de verdad, ¿sabes hija? Y no
iba a dejar que me calentara como a otro cualquiera. Así es como conquisté a tu
madre, le iban los tipos duros y no hay un cabrón en esta ciudad más duro que
tu viejo.
-Lo sé
papaíto...
-Ahora,
hija, ayúdame a quitarme el cinturón. Eso es...
24/10/12
Sin título, por Habitación Cuarenta
¿Aprender de él o más bien enseñarle?
Ambas o ninguna.
Dudo que pueda verdaderamente amarlo.
Si sólo soy otra hija de puta egoísta.
Me entran los siete males cuando revivo la mirada del diablo,
sus ojos de demencia,
su estupidez y su aliento a mierda;
me duele sentirlo tan cerca de mí.
Si mi mayor miedo es que me lleven los demonios,
y echen a perder mi vida,
¿Qué temen ellos, diablos enfermizos?
¿Acaso todo? ¿LA VIDA misma les causa pavor?
Escondidos gastan menos energía,
hasta en eso escatima el rencoroso.
Ni tienen, ni pueden, ni quieren FUERZA.
¿Para qué, si les sirve la mentira?
Y allí donde ven fuerza,
la envidian, dividen,
y luego, se comen el cadáver.
¿Jugaré yo en el mismo círculo vicioso?
Y si lo hago, ¿soy zorra carroñera,
o saco de huesos de los que aún cuelga
un trozo de carne blanca, sin morder,
todavía por devorar…?
Que mi amante el león lo saboree,
que disfrute y se relama,
o que yo me atragante con ello,
pero no se lo des a los gusanos…
19/10/12
Los buenos siempre pierden, por Marcos D.C.
¿Quién puede más?, me preguntó el Manu, ¿Hitler o tu
padre? Teníamos nueve años y ni siquiera sabíamos quién era Hitler, aunque
habíamos oído hablar de que estuvo a punto de conquistar Europa o algo así y
que había podido matar a millones de personas dirigiendo un ejército de la
hostia. La comparación con mi padre venía a cuento de que hacía un par de meses
le habían metido en la cárcel. Fue por pegar a mi madre, pero yo conté en el
colegio que mi padre era un asesino despiadado que atracaba bancos y disparaba
a la policía; por eso el Manu se atrevía a compararlo con Hitler.
Hitler se cargó a muchos, dijo contestándose a sí
mismo, pero atracar bancos mola más. Mi padre no era un tío violento, nunca
tocó a mi madre; sólo una vez. Mi historia no es la del hijo criado en un
ambiente jodido, con un padre borracho y una madre stripper que viven en un
piso pequeño del Bronx; qué va. Yo era un niño normal, como cualquier otro puto
niño de mi colegio. Fue sólo que un día mi viejo lo echó todo a perder.
No sé, le dije, a lo mejor te estás pasando, en
realidad mi padre es buen tío. Bah, entonces Hitler puede más; los buenos
siempre pierden. Justo entonces sonó la campana que marcaba el final del recreo
y el Manu se echó a correr hacia las aulas. En clase, con mis tijeras, grabé en
mi pupitre aquella frase. Los buenos siempre pierden.
12/10/12
SÓRDIDA Y DROGADA Nº 8
Presentación:
Contenidos:
- Bailando hacia la nada, Nemo
- Toro de lidia, la Cierva
- Sin miedo, Ana Delgado
- Futuro imperfecto, Pedro Andreu
- Los celos, Javier Gonzalo
- Sexta semana, Marcos D.C.
- Manifiesto privado, Sergio Escribano
- Portada por Laura Menéndez
Descargas:
Puedes descargar este número en pdf desde este enlace.
O enviarnos un correo electrónico a sordidaydrogada@gmail.com para pedirnos ejemplares en papel.
Estimado lector:
Una chica
de veinte años se enfrenta al jurado de un concurso de belleza local. Señorita,
es usted sórdida – dice uno de los jueces. ¡Sí, y además está drogada! – dice otro,
escandalizado. Y sin embargo, ella sabe que ha ganado el primer premio.
Ya es tarde,
lo sabes. Ya no somos, como hasta hace poco, quienes queremos ser; ya no somos
humanos, en el mejor sentido de la palabra. Ya no somos, por así decirlo, las
estatuas de puro mármol que tallamos a modo de máscaras. Aunque, ¡qué cojones!,
¿no es verdad que algo dentro de nosotros jamás dejó de repetirnos que en
cualquier momento dejaríamos de serlo?
A riesgo
de repetir en este folio lo que tu sangre te está gritando desde el día en que
empezó a fluirte, diré qué es eso que ahora por fin somos. Somos miedo, somos
odio, somos mil y uno, uno y mil, somos fragmentos de nada, de la nada si se
quiere. Somos la basura que generamos, somos, desde el día uno, nuestra propia
muerte; somos buitres, cucarachas, una bala en nuestro estómago, cocaína
cortada, retretes públicos, café derramado, circuncisiones caseras, jóvenes
acelerados, neuronas atrofiadas. Somos el fantasma que antaño luchábamos por
silenciar.
Todo eso
y más, joder. Pero, por encima de esas mil peculiaridades, somos la conciencia y
el orgullo de lo que somos.
Una chica
de veinte años, se enfrenta, sórdida y drogada, a un jurado: ella misma. Y sabe
que ganará el primer premio.
La Editorial
Contenidos:
- Bailando hacia la nada, Nemo
- Toro de lidia, la Cierva
- Sin miedo, Ana Delgado
- Futuro imperfecto, Pedro Andreu
- Los celos, Javier Gonzalo
- Sexta semana, Marcos D.C.
- Manifiesto privado, Sergio Escribano
- Portada por Laura Menéndez
Descargas:
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