Era
de calaña inmiscuido,
escurridizo, calibrante.
Le gustaba jugar a asustar con los demonios
propios de cada uno, como si le leyera el pensamiento
y pusiera la vida en ello, en él.
escurridizo, calibrante.
Le gustaba jugar a asustar con los demonios
propios de cada uno, como si le leyera el pensamiento
y pusiera la vida en ello, en él.
Clientes
de su mirada,
la gente sentía el reflejo de la publicidad sin conocer el contenido,
solo a tientas de la bella profundidad de las miradas,
del gesto que, particular,
lo atosigaba a uno como si estuviera actuando un tranvía en vías imaginarias entre los dos sujetos.
Había un dolor extraño,
una pregunta siempre insuficiente,
mal hecha o ignorante de la respuesta;
la gente sentía el reflejo de la publicidad sin conocer el contenido,
solo a tientas de la bella profundidad de las miradas,
del gesto que, particular,
lo atosigaba a uno como si estuviera actuando un tranvía en vías imaginarias entre los dos sujetos.
Había un dolor extraño,
una pregunta siempre insuficiente,
mal hecha o ignorante de la respuesta;
a
ciencia cierta.
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