13/7/12

Sida, por la Cierva


   La entrevista de trabajo es a las 10 de la mañana. ¡Su puta madre! ¿A quién coño se le ocurre citar a alguien un lunes a las 10 de la mañana? Son las 5 de la mañana del domingo y no me despego del wáter. El fin de semana me está pasando factura y el culo me arde después de cagar negro durante horas. No consigo dormirme y tengo una cara de espanto. ¿Qué cara se necesita para vender hamburguesas? ¿Quién coño se come una hamburguesa a las 10 de la mañana? ¿Qué tipo de respuestas necesitan oír para vender hamburguesas? Me encantaría ver la cara de mi padre si me viera vendiendo hamburguesas. Licenciada en filología hispánica. Máster en lenguas romance. Tres oposiciones suspensas. Bulímica desde los 16. Independizada desde los 20. Adicta al speed desde los 23. Adicta a la cocaína desde los 25. Adicta al caballo desde los 26. Tras un fracaso, una adicción. Dos abortos provocados químicamente. Un aborto natural. Natural a base de puñetazos en el vientre que mi querido amigo Barry se ofreció a llevar a cabo a cambio de compartir el pico que costaba el tercer aborto. Mi tercer aborto mató a Barry. Dos muertos en una misma tanda merecían una botella de wishkey y un bote de lexatín. Pero no conseguí llegar al triplete.

   Por lo menos Donovan sí que ha conseguido dormir. Si no estuviera durmiendo me estaría pegando. Dice que hasta que no deje de soñar que le voy a matar mientras duerme no dejará de pegarme, porque si lo hace, entonces le mataré de verdad. Es verdad que le mataría, pero de momento es él quien trae el caballo a casa. Donovan es ruso. Está lleno de tatuajes que no se sabe lo que son porque cuando se los hizo estaba musculado, ahora está tan delgado que para descifrar sus tatuajes hay que estirarle la piel, pero se enfada cuando lo hago porque echa de menos sus músculos. Dice que me pega para no perder la fuerza... por si un día nos tiene que defender de alguien. Yo no le  digo que cada día me duelen menos sus golpes y sigo haciéndome una pelota en la esquina de la cocina como si le tuviera miedo.

   Llego a la entrevista sin haber dormido, pero por lo menos he conseguido ducharme. Hace tiempo que odio ducharme porque las gotas de agua son agujas que se me clavan en la piel y que, después, me dejan una capa de miel viscosa que hace que se me resbalen todas las cosas que intento coger. Luego esa miel se seca y se convierte en cemento y entonces no puedo moverme hasta pasadas unas horas, que el cemento empieza a resquebrajarse. Donovan dice que tengo esquizofrenia. Me he puesto un vestido amarillo de tirantes y todo el rato se me cae el tirante izquierdo. Si no me lo subo se me acaba viendo la teta. A pesar de estar muy delgada tengo unas buenas tetas. Donovan dice que si se queda conmigo es porque nunca ha conocido a una yonki con estas tetas. El entrevistador es un hombre gordo y bajito, parece el encargado porque no lleva uniforme y me recibe con una camisa a juego con mi vestido, que en su día fue blanca. Los botones están a punto de estallar y yo creo que por eso no se sienta. Su despacho huele a tabaco rancio y me sienta en una silla mirándome desde arriba. No mira mi cara, mira mis tetas. Se pasea a mi alrededor y termina poniéndose detrás mío. Posando sus grasientas manos en mis hombros. Así que quieres trabajar con nosotros ¿eh? Empieza a bajar la mano por mi pecho y mete su cabeza entre mi pelo, aspirando con fuerza. Y estarás dispuesta a trabajar duro, ¿no? Yo no contesto, me quedo quieta. Saca su sucia mano y gira la silla con violencia, ahora puedo ver su gorda polla hincharse poco a poco y sacar la punta por la bragueta. De golpe me levanta las piernas sin ninguna dificultad y me dobla dejando al aire mi coño. Me mete su sucia polla y empieza a gimotear como  un bebé llorica. Entonces yo me echo a reír. No puedo parar de reír. Río más y más. ¿De qué coño te ríes perra de mierda?

   Tengo sida.

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