11/4/12

Y qué si no, Marcos D.C.

             Ella no estaba escuchando nada de lo que le decía. Mientras yo hablaba intentando camuflar sin éxito el odio que le tenía, ella miraba por la ventana fumando un cigarrillo con fingida tranquilidad. ¿Qué cojones había en la calle para que no pudiera dejar de mirarlo? Cuando terminé, se hizo el silencio durante un par de segundos. Yo estaba muy alterado; ella también, pero sólo se volvió y dijo: ¿alguna cosa más?
Joder, como odiaba a esa puta; intenté recordar si cuando la conocí era igual de víbora. Alguna cosa más, dice; será... Mierda, tenía cien mil cosas más que decirle, sin embargo, elegí la más apropiada: ¿tienes un cigarrillo? Ella tenía esa mirada, esa que ponía algunas veces, cuando quería darme a entender que estaba haciendo lo imposible por contenerse. Si no la conociera, hubiera pensado que estaba a punto de lanzarse contra mí con un cuchillo. Lanzó la colilla por la venta. La teníamos abierta por el calor de aquellos días; yo estaba sudando como un cerdo. Ella no sudaba nunca. No, me dijo, ese era el último.
Nos quedamos mirándonos el uno al otro. Tuve que concentrarme bien para calmar mis deseos de abofetearla. Sabía que ella estaba haciendo lo mismo. Por un momento creí que iba a decirme algo. Algo importante. Pero sólo suspiró y, volviendo a mirar por la ventana, dijo, ¿puedo irme ya? Claro que no, joder, claro que no podía irse, ¿quién coño se creía que era? Sin embargo, ¿qué podía hacer yo? Sí, claro, le dije, vete a tu puta casa, pero esta vez no vuelvas. Cerró la puerta sin decir nada.
Después de aquello, pasé el resto de la mañana preguntándome por qué coño dejaba que esa zorra me tratara así. Decidí que, si volvía, no la abriría la puerta.
A los dos días, ella llamaba a mi timbre entre sollozos. Yo la recibí con una sonrisa, la invité a unas cervezas, la volví a acoger en mi piso. Sabía de sobra que, en pocas horas, aquella misma mañana, volvería a echarla para siempre de mi casa. Aún así, aquella noche nos perdonamos y dormimos juntos. En fin, ¿qué otra cosa podía hacer?

No hay comentarios:

Publicar un comentario