7/4/12

El frío, el calor y la nada (Acto III), Anónimo

            Acto III: El sacerdote

Un Ser. Un Sentido. La Verdad. Dios. Olvida el enorme cerebro e imagina ahora un gran tarro vacío de cristal, que se alza ante la humanidad, sin otra cosa que mostrar más que un ficticio ocultamiento de algo que, en realidad, no existe. ¿Por qué entonces la humanidad toda alzó su vista para contemplar, maravillada, el tarro vacío? Su terrible pánico a la nada les hizo, metafísicamente, buscar algo y, así, inventárselo Todo. Ahora sí; ahora podrían gobernar los ancianos, ahora habría leyes, fieles a esa Totalidad verdadera, habría Felicidad sobria y madura, fiel a la única Verdad. Pero ese Todo no dejaba de ser fruto de lo único que poseen y han poseído siempre los hombres: la nada.

La convergencia de los rayos del sol en el tarro cegaba al hombre Prometeo. Allí, en el cielo, a su avanzada edad, próxima ya a la vejez, él encontraba al fin la Verdad. Estiraba sus brazos y tan solo alcanzaba a tocar las hojas que el viento de otoño arrastraba consigo. Trepó a los árboles y todo él seguía pareciendo ridículamente diminuto frente a ese tarro inalcanzable. Escaló montañas, construyó torres y escaleras, diseñó complejos modelos de potentísimos aeroplanos... Y sin embargo no alcanzó la Verdad que sobre él se mostraba.

Déjalo, Prometeo, renuncia; todos vemos el tarro, todos sabemos que está ahí, sobre nuestras cabezas, que gobierna y ordena el mundo a través de sus destellos; no sigas, pues nunca lograrás alcanzarlo. Pero él no escuchaba a quienes esto le decían, no quería hacerles caso, no podía. Prometeo nunca entendió la postura de los hombres frente al tarro. ¿Acaso les bastaba verlo para confiar en su poder, en su veracidad? Sí, eso parecía. Pero él siempre fue un hombre de razón y necesitaba palpar con sus propias manos aquella Verdad; Prometeo no era un hombre de fe. Cuando se percató de esto, sin más, se halló frente a Dios, frente a la Verdad. Tomó entre sus brazos el gran tarro y, al abrirlo, todo su cuerpo, fustigado por la decepción, se estremeció. El tarro estaba vacío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario